Mandalay
Mandalay al norte de Birmania, es la segunda ciudad más grande del país. Nos sirvió de puente para coger un tren lento pero espectacular hasta Hsipaw.
De todas formas decidimos quedarnos un par de días para conocer los alrededores ya que la ciudad en sí no es bonita…lo bueno es que Gin consiguió que le arreglaran la pantalla de su móvil en un lugar casi escondido que nos recomendó, hablando mediante señas, el tendero del puesto donde recargamos la sim. Surrealista por completo y sin dar un duro porque fuera a salir bien…Finalmente la pantalla como nueva!
El principal medio de transporte en la ciudad es la moto. El tráfico es de locos pero alquilamos una para conocer un par de pueblos de las afueras. Yo no lo disfruté mucho porque estaba más bien seco, hacía muchísimo viento y además tuvimos un pequeño susto con unos perros en los pies de una colina a la que queríamos subir (y no pudimos) para disfrutar de las vistas. Aparte del dolor de culo después de 90km en una scooter incomodísima. Casi nos quedamos sin gasolina nada más comenzar la aventura, así que tuvimos que acudir a una gasolinera no convencional, o sea, taller donde te venden botellas de agua llenas de gasolina por un precio mayor. No nos quedaba otra…eso sí paramos justo al lado de una de las vasijas con agua, de las muchas que hay por toda la ciudad, donde puedes beber siempre que tengas sed (ya hay un vaso dentro así que ni de eso tienes que preocuparte jijijiji).
Lo único que me gustó y en mi opinión merece la pena en esta época es el puente de teka U-Bein (al salir de Amarapura) que es el más largo del mundo construido en este tipo de madera, y el monasterio que está al lado donde puedes entrar y pasear, siempre respetando las normas, para ver como es el día a día de los monjes.
Hsipaw
Estamos a las 2:45 de la mañana como un clavo en la estación de Mandalay para coger el tren de 14 horas de duración a Hsipaw. Los perros y los demás pasajeros que estaban haciendo noche en la estación empiezan a desperezarse para subir al tren que parte a las 4:00. Cruzamos un par de vías siguiendo a un local, y sin apenas luz, para llegar al andén correcto. Siempre te ayudan y esto es algo que solo es seguro o te da confianza hacerlo aquí (y aun así hay que estar alerta).
El tren se mueve mucho de lado a lado, por eso dicen que avanza más de derecha a izquierda que hacia adelante 🙂 pero el paisaje es muy bonito y no se hace casi pesado, también porque muchos ratitos dormimos. Pasamos entre montañas, poblados, jungla, pero la joya del trayecto es un puente de hierro de aprox 50 metros de altura, con precipicio a ambos lados que cruzamos muy despacio (ver foto de portada del post, al inicio).
Hsipaw es un pequeño pueblo de Birmania, cada vez más conocido por los viajeros gracias a los trekkings que se pueden hacer en sus alrededores, y por su ambiente chill-out para descansar unos días, con un clima algo más fresquito que en el resto del país.
El primer día hicimos una excursión de 15 km. Se trata de una ruta en círculo que parte del pueblo hacia unas termas y una cascada, pasando por una zona con algunas stupas y pagodas al estilo Bagan (de ahí que el nombre de este área sea “Little Bagan”/”Pequeño Bagan”). Las termas estaban secas pero mereció la pena el trayecto hasta ellas, con un paisaje verde por los campos repletos de maizales.
Nos sorprendió una lluvia tropical y una familia nos empezó a llamar desde lo lejos haciendo gestos con las manos para que fuéramos hacia ellos a cobijarnos bajo el techo de la cabaña que estaban construyendo hasta que volvió a salir el sol 🙂 No nos entendíamos con palabras, pero a veces no hace falta cuando se trata de dar, o de agradecer ese gesto tan amable que tuvieron con nosotros!
Desde las termas continuamos hacia la catarata, cruzando pueblos preciosos con riachuelos y huertos donde los locales hacían sus quehaceres: lavaban ropa, se bañaban, recolectaban, guiaban al ganado por las praderas (en su mayoría búfalos como es habitual por aquí). Pasamos por un cementerio budista, uno musulmán y uno chino, uno seguido del otro y podías adivinar cuál era cada uno por la construcción y colores de las lápidas.
Ya solo nos quedaba atravesar un vertedero donde estaban quemando la basura, andar unos 4km cruzando pueblos aún más rurales con caminos estrechos, riachuelos constantes donde tenías tablones de madera para cruzarlos, locales descansando en sus cabañas o transportando bidones de agua atados en los extremos de un largo palo de bambú cargándolo a sus hombros.
La cascada no tenía demasiada agua, y la poza estaba bastante sucia por lo que fue un poco decepción, pero todo el paseo mereció la pena. La vuelta la hicimos a paso ligero para ir a comer y porque esta parte ya no era tan bonita.
Otra cosa que hicimos en Hsipaw muy interesante fue ir a visitar el Palacio del príncipe de Hsipaw, de la etnia Shan, cuyo sobrino fue detenido por la junta militar y pasó 4 años encarcelado. Actualmente él vive en un pueblo cuidando de sus mayores, pero su mujer ofrece una visita cultural en horario de 3 a 5 en la que, sentados alrededor de la mesa en el salón, te cuenta la historia de la familia y puedes hacerle todas las preguntas que quieras. Fue muy interesante sobre todo esta última parte de preguntas y de la historia de su marido (la primera parte trata sobre todo el árbol genealógico de la familia y te puedes acabar perdiendo un poco…jeje). Es una señora muy agradable, y la historia es muy triste pero refleja una realidad que se ha vivido en Birmania durante muchos años bajo el poder de la junta militar.
El palacio está situado dentro de una finca a la que se accede a través de una gran puerta de hierro. Cuando fuimos, ésta estaba abierta pero al ir acercándonos a la casa veíamos y oíamos muchos perros ladrar. Nadie salía, por lo que parecía estar vacía, pero cuando estábamos a punto de darnos la vuelta, Gin se adelantó para ver si se podía pasar y dos niñas de unos 6 años le acompañaron y le cogieron de la mano para llevarle hasta la puerta de entrada, rodeando a los perros que estaban atados. Las niñas caminaban con una s
eguridad increíble. Yo preferí ir con ellos antes que quedarme sola atrás, así que les pedí que me esperasen y una de las niñas vino corriendo hacia mí, me cogió la mano y me llevó con paso firme y rápido hasta Gin y su amiga, diciéndome cosas que no entendía claro con una sonrisa de oreja a oreja. ¡Menudas dos guardaespaldas que tuvimos! Luego antes de entrar, me regaló una flor. ¿Se puede ser más entrañable? ¿No podíamos adoptarla por una temporada? ♥
Nuestro viaje por Myanmar llegaba a su fin. Al día siguiente cogimos un autobús nocturno hasta Yangoon donde haríamos otra noche antes de tomar otro autobús nocturno para cruzar la frontera a pie, hacia el norte de Tailandia.
En 21 días hemos visitado las zonas más conocidas del país. A pesar de que se está abriendo cada vez más al exterior, todavía es muy fuerte el poder de la junta militar y hay regiones a las que solo se puede acceder solicitando un permiso que puede que tarden meses en otorgarte. Esperamos volver y poder conocer otras áreas menos explotadas y justo después de los meses de monzón para disfrutar de un paisaje menos seco.
I may not read Spanish, but you photos make the places look enchanting, I want to visit! And I notice quite a few train related ones as well! Hope to meet you again dos koalas!