Krabi – Railay

Krabi: formaciones cársticas dibujan la costa de Andamán

Ya os contamos en el anterior post de Koh Tao que la salida en ferry nocturno no fue muy confortable, (ver foto a la izquierda). No sabemos cómo, pero logramos dormir bastante. Ayudó el hecho de que incorporarse era inviable por el mareo que sentías, así que volvías a tu cómoda postura y te tumbabas de nuevo sobre el palet (boca arriba eso sí para no lijarte las caderas…) Ir al baño de madrugada (que estaba en la primera planta de la cubierta) también era todo un reto, ya que por el movimiento del barco y la cercanía de las escaleras verticales al agua, sumado al sobe que tienes a las 3:00am era bastante factible caer por la borda y que no se enterara ni Peter…Pero el cuerpo es sabio y las vejigas se cerraron a cal y canto hasta el día siguiente.

Llegamos a Suratthani a las 5:30am y nos llevan en Minivan a la agencia de viajes que gestiona el posterior viaje en autobús hasta Krabi (2h). Esperamos en la oficina de la agencia, y cual ganado nos van poniendo pegatinas en el brazo con el nombre de nuestro destino, pero hubiera acabado antes preguntando cuántos iban a las islas Phi Phi, que era un 98% de todos los que estábamos allí. Los demás estábamos repartidos entre algunas otras islas molonas y nosotros que éramos los únicos que íbamos a Krabi Town. Es entendible porque el pueblo en sí no es bonito pero los alrededores sí. Ahora os contamos.

Además aprovechamos para ir un par de días a una península que está cerca que nos ha encantado, y por eso le dedicamos una gran parte de este post.

En Krabi, y ya en Prachuap Khiri Khan (el pueblo de pescadores del que os hablamos en un post anterior), había que descalzarse antes de entrar al hostel. Tienen estanterías bajas en el porche o la entrada donde dejar los zapatos. En Bangkok lo percibimos menos, podías ir con los zapatos puestos hasta tu habitación. Es una cuestión cultural y puedes ver incluso carteles que dicen “Cultura Thai, por favor descálzate antes de entrar, y no te enfades :)”. ¡Son majos hasta cuando escriben los carteles para indicarte algo que debes hacer! Para nosotros no es mayor problema porque está todo impoluto y solo a veces da algo de repelús en el baño porque al no haber mamparas, el suelo casi siempre está mojado.

Algo muy típico de Krabi son los restaurantes callejeros y mercados de comida nocturnos en los que también puedes encontrar artículos típicos. Suelen estar junto a una plaza donde sacan mesas y sillas y todo el mundo cena ahí. Además de los escenarios donde realizan actuaciones, tanto cantautores, como el grupo de breakdance juvenil del pueblo. Se respira un buen rollo increíble.

Nuestro hostel está genial para lo que pagamos, en el centro del pueblo, limpito, habitación muy luminosa y con buena conexión a internet, algo que necesitábamos para asentarnos unos días y actualizar el blog, descargar libros, etc, etc, antes de saltar a Myanmar (queda feo decirlo pero han sido unos días de trabajo de oficina.. bonitos pero estábamos perdiendo la costumbre:P).

La ribera del río de Krabi se recorre, en la zona centro del pueblo, en una hora a lo sumo, incluyendo el paseo por los manglares hasta las rocas que emergen uno a cada lado del río (para entrar en las cuevas que hay en una de ellas, hay que ir en barco que se alquila por 10€ la hora. Nos pareció una salvajada porque está a 50m del muelle…). A la vuelta, paseamos por Elephant Park y Thara Park, que están bien pero secos por la época del año en la que estamos.

Visitamos la Tiger Cave Temple, situada no sabemos a cuántos metros de altura, pero sí que eran 1.237 peldaños, muy empinados y altos. Nos viene bien hace run poco de ejercicio y el paseo es cansado pero bonito y las vistas desde arriba increíbles. Hemos cambiado de costa, desde el golfo de Tailandia donde se encuentra Koh Tao, hasta la costa del Andamán. No sabríamos con cuál quedarnos. Esta parte, se caracteriza además de por la jungla, y los campos inmensos de palmeras y palmas, por el relieve con formaciones kársticas que emergen de repente, de una planicie en la tierra, y también las encuentras en medio del mar. Las más grandes son, claro, islas. Las más conocidas de la zona son las Phi Phi (con la playa Maya donde se rodó la peli de “La Playa”). Decidimos no ir porque todo el mundo nos ha dicho que parecen Benidorm, así que nos quitamos el gusanillo en la península de Railay.

Railay: harina color canela

La arena más blanca y fina que puedes encontrar está aquí, en Railay. Es un lugar obligado para los amantes de la escalada ya que es la actividad principal que se explota aquí por dos razones, la roca y el entorno.

A esta pequeña península sólo se puede acceder en barco, bien desde Krabi o bien desde Ao Nang. Nuestro casero nos gestiona el billete de longtail boat y creemos que no es muy oficial ya que nos recogen en furgoneta en el hotel pero salimos desde un muelle que no es el principal, sino desde otra zona de manglar, tenemos que caminar por el agua sucia hasta el barco. Otros dos chicos argentinos vienen también con nosotros y uno de ellos se hace un pequeño corte en el pie (a saber con qué. Como diría mi madre, “¡vaya apaños!”.

El resto del viaje va bien, charlamos con los argentinos al volumen que nos permite el ruido del motor del barco, y llegamos sanos y salvos al embarcadero de la parte este de Railay. Esta playa tiene una zona bonita pero otra que no está cuidada, hay algo de basura y huele regular por lo que descartada para bañarse o tomar el sol (tampoco tiene mucha arena ya que gran parte es un manglar). Es normal porque es donde atracan los barcos de mercancías y de personas constantemente.

Aunque es en esta zona donde tenemos que buscar alojamiento. Preguntamos en un par de sitios pero nos vamos a unas cabañas situadas en la subida a la montaña. Están en peor estado que las de Koh Tao, pero le da un toque aventurero.

En la parte oeste de la península es donde puedes encontrar dos playas bonitas y hacer algún trekking interesante.

Por un lado la playa de Railay oeste, que cuando hay marea baja se puede cruzar a pie hasta la de Tonsai. Para llegar a ella, cruzas una calle de arena con restaurantes, tiendas y agencias, en su mayoría construidos con bambú y rodeados de palmeras. La playa es bonita y aunque hay longtail boats ocupando una parte de ella, aún queda espacio para los bañistas. Recomendable ver el atardecer aquí e ir de noche cuando la vista con las rocas enormes que la rodean y la luz tenue es espectacular.

La playa de Ao Phra Nang es bonita de principio a fin, es más, el camino hacia ella ya es precioso. Un paseo donde a un lado tienes montaña con estalagtitas y al otro una valla de madera para separar el camino de los resorts, donde los monos, muy pacíficos, se sientan para ver pasar a los turistas. La playa tiene en la entrada una zona de escalada. En la parte de la izquierda una cueva la cierra, pareciendo que estás nadando en una laguna. Hacia la derecha se extiende su fina arena unos 800m más, y en medio, emergiendo del agua, esta roca.

A la mañana siguiente, hacemos un trekking hasta uno de los miradores. La subida es casi totalmente vertical y hay que ayudarse de cuerdas para subir. Es muy divertido y parece más difícil de lo que es. Hay partes resbaladizas pero muchas rocas con agarres buenos para manos y pies por lo que caerse en prácticamente imposible. En la bajada hay que ser más cuidadoso. Las vistas desde el mirador quitan el hipo…

A las lagunas que hay a continuación no vamos porque nos comentan que para acceder a ellas sí que hay que rapelar directamente y las cuerdas no están en muy buen estado. Además la laguna se llena con las mareas y en ese momento estaba baja. (Según escribo me doy cuenta de que ambas suenan a excusa barata para evitar ir jejeje pero prometo que es verdad).