Prachuap Khiri Khan
Nuestra primera parada rumbo al sureste de Tailandia es un precioso pueblo de pescadores llamado Prachuap Khiri Khan, donde apenas hay turistas. Es tranquilo y está rodeado a un lado por el mar, y por mercados y calles al otro, donde se aprecia la vida local.
Nuestro hostel es modesto, regentado por un matrimonio de unos 60 años, algo tímidos pero agradables. Tenemos cocina abajo y café gratis, lo que nos permite hacernos desayunos a nuestro gusto.
El paseo marítimo alberga desde media mañana, puestos de pescado secándose al sol. Y al otro lado de la calle, bares y restaurantes, pero no están abarrotados. Los lugareños suelen tomar la cena sentados en el paseo mirando al mar. Familias enteras, grupos de amigos, parejas, lobos solitarios…todos hacen vida en la calle. Además hay un mercado nocturno de comida y ropa donde degustar alimentos típicos, desde verduras hasta marisco pasando por carne, noodles, arroz (por supuesto).
A 5km se encuentra Ao Manang, una playa de unos 2km de longitud a la que se accede a través de una base militar (donde tienes que registrar en un libro la hora de entrada, salida y el vehículo con el que accedes, en nuestro caso, las bicis que nos dejan en el hostel donde nos alojamos). El paseo en bici es muy agradable y la playa es preciosa. Además es la primera que vemos y disfrutamos toda la mañana de la arena clara, el color turquesa del agua y las colinas de jungla que la rodean, aunque no nos bañamos demasiado porque el agua está algo turbia y solo nos viene a la mente la banda sonora de la peli de “Tiburón” desde el momento que metemos los pulgares en el agua.
Visitamos el templo de Khao Chong Krashok, situado en el otro extremo del pueblo, al que se accede subiendo unos cuantos escalones (aquí les encanta poner carteles del número de peldaños que tienes que subir para alcanzar la cima de los templos, pero en éste concretamente no lo indicaban, seguramente para animarte a contarlos tú mientras subes y abstraerte así de los monos…) Ahora lo entenderéis.
A pesar de que no faltaban las señales de “Prohibido alimentar a los monos” esto parecía no importarle mucho a una pareja que nos seguía y a una señora que les ofreció un gran banquete de mazorcas de maíz. Aunque pueda parecer divertido alimentar a los animales, esta prohibición tiene todo el sentido. Si los monos se habitúan a encontrar comida fácil, en el momento en que no la encuentren de este modo, intentarán acercarse a los humanos para conseguirla (hoteles, restaurantes, etc…) y también esperarán que los visitantes al templo se la proporcionen por lo que si no se lo das, es probable que se comporten de forma no muy cordial. Cuando ya bajábamos, uno intentó engancharme la pierna (solo cogió el pantalón ancho que llevaba) y el momento de crisis ahora lo recordamos descojonados divertido, pero allí lo pasamos mal porque no sabíamos cómo quitarle de encima para que no se sintiera atacado y llegara a mordernos (la rabia es una enfermedad que también transmiten los monos). A esto hay que sumarle que no había uno, sino que estábamos rodeados por 200, escalera abajo, y otros 200 escalera arriba! Con decisión y sin mirarles a los ojos bajamos lo más rápido que pudimos.
Eso sí, las vistas desde la cima, muy bonitas. A un lado Prachuap Khiri Khan, con su playa y el paisaje de montaña selvática. Al otro lado, Birmania.
Koh Tao
Volvemos al tren para ir de Prachuap a Chumpon, parada para enlazar con un ferry nocturno rumbo a Koh Tao, una de las islas del Golfo de Tailandia. Conocida por su fiesta (aunque no tanto como la que puedas encontrar en Koh Pan Ngan y su Full Monn party), los cursos de buceo y gran diversidad marina para tener una experiencia de snorkle inmejorable. Conocemos a Alison y Cecilia, dos italianas majísimas, con las que compartimos el taxi hasta el muelle, y con las que pasamos las siguientes 7 horas en la terraza de un bar rústico junto a la ría, mientras esperamos a que salga el ferry a las 11pm. Son super divertidas y de esas personas con las que puedes hablar de cualquier cosa. (Alison nos recuerda un montón a Bego, y Cecilia a Mery).
El viaje nocturno hasta Koh Tao es ameno, dormimos en una habitación con literas y aire acondicionado y llegamos a las 6:00am a la isla. Los dos primeros días seguimos sin separarnos de las italianas. Lo primero es hacer tiempo hasta que abran la tienda de alquiler de motos (el tamaño de un rinoceronte). Ya subidos en las motos, cada oveja con su pareja, más los mochilones perfectamente colocados en sitios estratégicos de la scooter, y como los 4 vamos sin alojamiento, nos acompañan a chequear unos bungalows que nos recomendaron Victor y Belen. ¡Wow! Son de madera, con baño propio, entorno inmejorable y vistas a Shark Bay, con el agua casi debajo…Buen precio (negocio aún un precio mejor tanto para las italianas como para nosotros, por no ser ya temporada alta, y acceden. Alison en agradecimiento nos compra una botella de agua fresca. Sí, en ese momento era el mejor regalo que nadie podía hacernos!).
Los OKII Bungalows están en una de las zonas más tranquilas y más bonitas de la isal. En Shark Bay (lugar idóneo para hacer snorkle y poder ver alguna tortuga y algún tiburón de coral inofensivo. A un paso puedes encontrar playas, bares, restaurantes y tiendas de Bamboo Tatooh (a lo largo de la carretera principal, y casi la única bien pavimentada, que cruza la isla). Otra zona muy típica pero a la que solo nos acercamos un día para comprar unas gafas y un tubo y tomar un café, es Sairee Village, guirilandia, y con la playa bastante sucia y llena de longtailboats aparcados.
En moto es fácil moverse por toda la isla pero hay que ser cuidadoso porque las carreteras secundarias tienen algunos tramos sin asfaltar, o encuentras arenilla, que sumado a las numerosas cuestas que las caracterizan, pueden hacer que tengas algún susto. Por eso a veces me tocó subir o bajar alguna cuesta andando.
Estas son las playas que visitamos:
Dentro de Taa Toh Bay, Freedom Beach, pequeña playa recomendable especialmente para ver el atardecer
Taa Toh Beach (al lado de la anterior), también es pequeñita y acogedora; Saan Jao Beach, más grande que las anteriores, con agua turquesa, muy bonita (pero el agua más turbia que en otras).
A continuación está Pirate Bay, con su calita, June Juea Beach, de arena de coral por lo que pincha bastante, pero con agua clarita y un rincón de árboles que dan una sombra muy cotizada, donde puedes relajarte en alguna de sus hamacas.
Al este de Taa Toh Bay, está Thian Og Bay (o Shark Bay) con su playa que lleva el mismo nombre. Aquí hicimos snorkle (yo solo un día), pero cerca de los bungalows, no de la playa, ya que el agua era más cristalina. Es una experiencia muy muy chula, pero no logramos ver ningún tiburón de punta negra o de coral, o las tortugas que todas las tardes a las 16:00 se acercaban a una de las boyas…Otra vez será! Pudimos disfrutar de las vistas de la bahía desde su lado oeste, y casi desde la cama. Son preciosas a cualquier hora pero aún más al amanecer y al anochecer, también con shark island al fondo…
Al este de Shark Bay, está la playa de Haad Sai Daeng, es bonita, tranquila, de aguas cristalinas, no muy grande y está flanqueada por resorts.
Si continuamos surcando la zona este de la isla, nuestra siguiente parada fue Tanote Bay. Nos gustó mucho y aunque el tiempo este día no acompañó demasiado y nos cayó la primera lluvia tropical, Gin pudo disfrutar del snorkle un buen rato.
Hing Wong Beach, a la que accedimos en moto, es una pequeña cala, donde nos pidieron 50 bahts por entrar o consumir algo del chiringo que hay a la entrada. Esto no nos gustó demasiado y nos dio la sensación de que la cala podía estar mucho mejor cuidada…aunque el entorno es bonito, da la sensación de estar muy alejada de la civilización, en mitad de la jungla, y solo se escucha el canto ensordecedor de las cigarras y ves pasearse algún que otro lagarto. El agua eso sí, cristalina por lo que invita a hacer snorkle.
Mango Beach, también hay que acceder en moto y después andar unos 20 minutos por la jungla para evitar la entrada a través del resort donde te piden 200 bahts, 5€, por persona). Esta playa es bonita, agua cristalina, pero más gente y taxi boats (longtail boats). No hay ninguna sombra donde poder refugiarte así que si no eres muy de remojarte (como yo) es probable que te derritas nada más poner un pie en la abrasadora arena.
Entre playa y playa nos dio tiempo a hacer deporte, leer, probar comida deliciosa en sitios locales, (la isla no es barata pero puedes encontrar precios muy asequibles), e informarnos sobre cuánto puede costar vivir un mes allí. Preguntamos en varios sitios por los precios del alquiler, y una catalana muy simpática que lleva 3 años viviendo en la isla nos enseña un bungalow situado en medio de la jungla pero al lado de la playa, donde vemos la primera serpiente verde fluor de casi 3 metros. ¡Lugar totalmente descartado para volver incluso de paso! 🙂
Algunos restaurantes que nos gustaron fueron el Skylight (ponen mucha cantidad y el precio es asequible), el Laem khlong, en Taa Toh Bay, regentado por Frich, un austriaco de unos 60 años y su mujer thai (cocinera). Hasta hacen tortilla de patata y pan tumaca. Está muy bien de precio, y el trato es muy cercano. Aquí conocimos a Daniel y Anja, una pareja de alemanes muy majos con los que coincidimos un par de veces más. Frich se sienta en tu mesa, pero no te importa, porque no es nada pesado, se le ve humilde y algo tímido aunque le gusta charlar. Además nos cuenta historias de los 30 años que lleva en Koh Tao, de cómo pasó de ser pescador a gestionar el restaurante y de los retiros de meditación que hace en Suratthani entre otras. Frich también alquila Kayaks, pero el día que lo alquilamos no pudimos salir de la bahía debido al viento y el oleaje que por ende era más fuerte que otros días. Bueno es que otros días era inexistente y el mar era como una balsa. Admito que fue más decisión mía el darnos media vuelta
Por último el Namashin, donde desayunamos casi todos los días (sin vistas al mar pero delicioso y muy agradables). Probamos en varios sitios locales muy modestos pero ricos, aunque no recuerdo los nombres. En uno de ellos, al que fuimos a cenar con Cecilia y Alison, esperamos una hora para que nos sirvieran pero ese rato tuvimos clases de thai gratis por cortesía de la hija de los dueños, de unos 10 años, que se emocionaba cuando pronunciábamos bien una palabra, nos organizaba por turnos para practicar, y nos corregía mientras se partía de risa cuando lo hacíamos horrendamente mal.
En esta isla puedes encontrar jungla, paisajes y playas increíbles, relax y fiesta. Es fácil recorrerla en moto ya que no es muy grande por lo que las opciones que tienes son infinitas. Nos hubiéramos quedado mínimo una semana más pero hay que seguir moviéndose…
Ay madre…esto de la envidia yo pensé que se pasaba pero no…estáis en el f*cking paradise!!!! Echo de menos foto de la serpiente fluor por cierto…aunque por otro lado me imagino el brinco que debió pegar la leidi que firma esta entrada ;-). Bicos muchos, en especial para esa Alison que me han dicho que es majísima jaja 🙂
Inmóvil me quedé, podía haberme engullido si hubiera querido! Biquiños Alison, digo Bego! 🙂
Qué buenos recuerdos! y qué bien que os sirvieran nuestras recomendaciones 🙂 hay que volver todos juntos!!
Sí, muchas gracias Belén y Victor! La próxima reservamos un avión y nos vamos todos ;)!
Un beso!